En un evento que reunió a todo el mundo, desde directores ejecutivos hasta becarios, la conversación giró en torno al futuro: cómo la tecnología puede transformar el trabajo, qué debemos dejar atrás y las acciones que debemos emprender en el presente para dar forma a los próximos días, meses y años.
No podemos predecir el futuro. Sin embargo, según los debates suscitados en el evento, las expectativas para el futuro de las organizaciones están claras:
En otras palabras, por un lado, los jóvenes quieren ser escuchados; por otro, los líderes exigen participación. De hecho, este es el dilema actual que debemos abordar en los próximos años.
¿Pero cómo? ¡Veamos!
Aún necesitamos incluir una variable más en esta ecuación: la transformación tecnológica, que avanza a gran velocidad y con toda su fuerza en todas partes.
Muchos aún se preguntan hasta qué punto la tecnología interferirá o ayudará en su trabajo, especialmente en el entorno corporativo.
¿Seremos reemplazados, o la nueva era exigirá más de nuestros conocimientos?.
En cualquier caso, lo importante que hay que saber sobre la tecnología es que debemos centrarnos en nuestra humanidad y en nuestras habilidades como seres humanos, algo que ninguna transformación tecnológica podrá reemplazar.
Y es precisamente en este punto donde entra en juego la solución al dilema mencionado, así como el análisis final de la investigación realizada durante el evento.
Es decir, el desafío para el futuro de las empresas, los equipos y los individuos no reside realmente en la tecnología, sino más bien en la comunicación, una habilidad fundamental y única de los seres vivos.
Si bien algunos hablan de conflictos generacionales, preferimos verlo como un encuentro entre generaciones. Porque en la encrucijada de los caminos que toma el avance tecnológico, es la humanidad la que marcará la diferencia, tanto en el ámbito laboral como en las relaciones interpersonales.
Además, según los expertos, existe una enorme ventaja competitiva en este encuentro generacional: la inteligencia colectiva.
Por un lado, se requiere colaboración y flexibilidad. Por otro, se requiere motivación.
Mediante enfoques que tengan en cuenta las generaciones y sus humanidades. En otras palabras, necesitamos centrarnos en las habilidades y capacidades conductuales, como la comunicación, en lugar de en las habilidades técnicas para el manejo de la tecnología, por ejemplo.
Por lo tanto, invertir ahora en programas de formación con este enfoque es una forma de asegurar un futuro sostenible, aunque no podamos predecirlo.
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