
Ana, una profesional de 32 años, siempre se ha caracterizado por su dedicación y compromiso con su trabajo. Licenciada en Administración de Empresas, comenzó su carrera en una gran empresa tecnológica, donde inicialmente se sintió ilusionada por las oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
Sin embargo, al cabo de unos años, Ana empezó a notar una disminución de su motivación. Esto se debía, en parte, a que su rutina diaria se había vuelto repetitiva.
Por otro lado, los retos que antes la habían entusiasmado ahora le parecían monótonos. Fue entonces cuando la empresa decidió implementar un programa de desarrollo y capacitación para sus empleados, centrado en la motivación y el bienestar en el trabajo.
El programa incluía una serie de talleres sobre autoconocimiento, técnicas de motivación personal y formación centrada en el desarrollo de habilidades específicas. Ana se matriculó en varios cursos y comenzó a participar activamente en las actividades propuestas.
Todo parecía ir bien. Sin embargo, unos meses después de que terminara el programa, las personas, incluida Ana, volvieron a desmotivarse por diversas razones, más allá de los incentivos financieros y de autodescubrimiento.
Así pues, la dirección realizó una encuesta con el departamento de RRHH de la empresa. En ella, los empleados abordaron algunos de los principales problemas que les desmotivaban. Y, entre ellos —de hecho, la mayoría— mencionaron el reconocimiento y la percepción que tiene el liderazgo al respecto.
Las sesiones de capacitación, los talleres y las actividades ofrecidas a los empleados fueron cruciales. Sin embargo, no involucraron al liderazgo.
En otras palabras, los subordinados estaban motivados hasta que chocaron con sus líderes, quienes no compartían la misma visión que esos empleados.
No es que el programa no haya dado buenos resultados. Todo lo contrario. Sin embargo, el cambio debe involucrar a la cúpula directiva. Si eso no sucede, los líderes y sus equipos difícilmente encontrarán puntos en común basados en la confianza y los valores compartidos.
De este modo, en dicho programa se instauró el enfoque de liderazgo humanizado, en el que los líderes recibían formación para reconocer y valorar las necesidades individuales de cada miembro del equipo, fomentando así un entorno laboral más acogedor e inspirador.
La historia de Ana ilustra cómo se puede revitalizar la motivación mediante estrategias bien implementadas. Además, cabe destacar que el cambio debe comenzar por el liderazgo, desde la dirección.
Aquí tienes algunas de las técnicas más efectivas para motivar a las personas en el lugar de trabajo:
Establecer metas claras y alcanzables es fundamental para mantener la motivación de los empleados. Los objetivos bien definidos proporcionan un sentido de dirección y propósito, ayudando a las personas a comprender cómo sus contribuciones individuales impactan en el éxito general de la organización.
Reconocer el esfuerzo y el éxito de los empleados es una de las formas más poderosas de motivación. Esto se puede lograr mediante elogios públicos, bonificaciones económicas u oportunidades de desarrollo profesional.
En general, el reconocimiento genera un sentimiento de valía y pertenencia, lo cual es esencial para mantener una moral alta.
Como ya se mencionó, invertir en capacitación y desarrollo continuos es fundamental para mantener el compromiso de los empleados. Los programas de desarrollo personal y profesional no solo mejoran las habilidades de los trabajadores, sino que también demuestran que la empresa valora el crecimiento y el desarrollo.
Conceder autonomía a los empleados en sus tareas y flexibilidad en sus horarios puede aumentar significativamente su motivación. La confianza en las capacidades individuales y la libertad para innovar y crear soluciones son factores motivacionales clave.
Por supuesto, crear un entorno de trabajo positivo y colaborativo es fundamental. Los espacios bien diseñados, una cultura organizacional inclusiva y las políticas de bienestar contribuyen a un clima organizacional saludable y motivador.
Finalmente, y lo más importante, el desarrollo y mantenimiento de un liderazgo humanizado. En términos generales, este tipo de liderazgo desempeña el papel más importante en la motivación y el rendimiento de los empleados.
En otras palabras, los líderes que adoptan un enfoque empático, centrándose en las necesidades y el bienestar de sus equipos, tienen más probabilidades de inspirar confianza y lealtad. Estos son algunos principios fundamentales del liderazgo humanizado:
¡Por consiguiente, llegarán los resultados!
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